martes, 10 de noviembre de 2015

Que el globo no impida ver el bosque: sobre la carta de Pérez Esquivel y otras cuestiones




(Por Sonia Winer) Esta semana se publicó una carta escrita por Adolfo Pérez Esquivel sobre la coyuntura electoral de Argentina. En la misma se señala que en el menú local aparecen dos ofertas, que podríamos sintetizar del siguiente modo: una que enarbola la intervención desde el Estado y otra la del Mercado. 

Es decir, que el plato anaranjado -color elegido por la estrategia de campaña del candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli- nos plantea la inclusión del pueblo y, sobre todo, de los más humildes y de las clases medias, mientras que el plato amarillo -color elegido por la estrategia de marketing político del candidato de Cambiemos Mauricio Macri- intenta ocultar que ya está cocinado para que lo disfruten sólo los más poderosos.

En su texto, el Premio Nobel de la Paz llama a decidir “con responsabilidad” y a “no hacerse el oso, ni ponerse a hibernar”, es decir, a no votar en blanco y movilizarse el 22 de noviembre para elegir entre dos proyectos diferentes entre sí. 

Adolfo Pérez Esquivel (1980)

Es importante entonces señalar que muchos de los instrumentos metodológicos con que contamos en la actualidad para analizar las propuestas programáticas de esta y de otras campañas, el verdadero sentido de los spots que se publicitan en los medios de comunicación y en las redes sociales, las condiciones de vida y las estrategias de segmentos antes invisibilizados y, aún más importante, el sentido de la construcción del conocimiento científico en ciencias sociales, pudieron construirse gracias a las experiencias devenidas de la labor y de los compromisos alentados por toda una generación de luchadoras y luchadores por los derechos humanos -entre los que se inscribe y destaca al mismo Pérez Esquivel- y gracias al impulso y los recursos destinados por el Estado. 

Instrumentos cómo éstos (que incluyen tesis de grado y post grado, informes, diagnósticos e indicadores elaborados a partir del trabajo de campo y del acceso a fuentes documentales) que, como mencionamos, revitalizan el sentido de los saberes colectivos e incorporan la perspectiva de derechos humanos, resignifican el discurso que pronunciara Pérez Esquivel en Oslo en el año 1980 al recibir el célebre galardón, redefinen quiénes se instituyen como sujetos “revolucionarios” para la edificación de un mundo con igualdad, justicia y paz:

 “(…) los más pobres y pequeños (…) los indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad. (…) Conocer es llegar a una profunda identidad con los pueblos que protagonizan un proceso histórico “(Pérez Esquivel, 1980).

Tanto las palabras de ayer como los criterios de hoy nos orientan a evaluar que todas las acciones y políticas que fomentan y garantizan la ampliación de derechos (hacia los segmentos poblacionales citados, como hacia otros nuevos que enarbolan demandas referidas, por ejemplo, al género y la diversidad) resultan coherentes con el principio de progresividad de los derechos humanos y abonan –aunque no resuelven- los caminos de emancipación; mientras que todas las acciones y políticas que restringen derechos y cosifican a segmentos previamente estigmatizados de la población –rol de latifundios informativos mediante-  devienen contrarios a la perspectiva integral de derechos humanos y conducen hacia caminos regresivos: caminos de endeudamiento, de empobrecimiento y de opresión. 

La gestión de Macri al frente de la Ciudad autónoma de Buenos Aires es un ejemplo de esto último. Tras slogans e imágenes alegres busca invisibilizar los aspectos más cruentos de las políticas implantadas, como el incremento de la mortalidad infantil en la ciudad más rica de Argentina, las prácticas violentas de la policía metropolitana, la corrupción sistemática, el vaciamiento de la salud y de la educación públicas, etc. 

Tras la oración “El Cambio sos vos”, “En todo estas vos”; se ubica la apelación a la individualidad ciudadana y a una fraseología vaciada de contenido que desdibuja al sujeto colectivo -el cual Pérez Esquivel busca destacar al hablar de “derechos de los pueblos”-, des-contextualizando la realidad, des-historizando los procesos, apelando al miedo, a la desconfianza sobre el otro, la otra, el diferente. 
Además se asocia la imagen de sectores populares organizados y movilizados con la agresión, con el clientelismo y con la violencia y se contrapone con fotos y videos de un solo candidato “en la calle”, el cual se luce espontáneamente hablando “con la gente”. 

La pretensión des-ideologizante aparece de modo más evidente en la figura de la mujer e interpela a las grandes protagonistas en materia de derechos fundamentales: a las madres y a las abuelas de Plaza de Mayo, a la presidenta de la nación, se las vincula con un mensaje de soberbia, de “curro” y de violencia por defender explícitamente la organización política y social, mientras que a la recientemente electa gobernadora de la provincia de Buenos Aires se la liga con la sola cuestión “maternal” presuntamente des-politizada e incluso a-partidaria, subrayando rasgos de dulzura y afectividad. 

El efecto de estas dos representaciones construidas de manera estratégicamente contrapuestas apunta a limar la capacidad en la construcción de fuerzas al interior de las clases subalternas con un carácter más permanente y libertario  y reducirla a una “instantánea” en contexto electoral, deslegitimando simbólicamente el aporte original de las luchas de las mujeres en nuestro continente. 

Así, en tanto que los caminos de vida y dignidad se construyen de la mano de un pueblo unido y movilizado, la alianza Cambiemos apela a subrayar individualidades escindidas de los demás. Esto es peligroso porque instala divisiones forzadas entre hermanos y hermanas, entre compañeros y compañeras, una clásica estrategia de las derechas y de los procesos de restauración conservadores para arrebatarnos las conquistas que tanta sangre, sudor y lágrimas costaron. Vivimos en tiempos difíciles y se necesita reflexionar, debatir y accionar en colectivo. 

Pérez Esquivel destaca que la participación no debe restringirse sólo a introducir el voto en la urna, ya que eso nos dejaría en condiciones de indefensión: debemos instituirnos y sentirnos como pueblo, movilizarnos, tener conciencia, memoria, pensamiento crítico y defender las relaciones desde la solidaridad y los derechos conquistados.
 

Por esto invita a no confundir “democracia delegativa” con “democracia participativa”, o sea, a cuestionar los mecanismos de autorización del régimen demoliberal. Lo cual implica ir construyendo nuestros propios caminos de democratización pero con un horizonte claro de sentido, con amor a la Patria Grande y con  identidad regional. 

Por ende, reafirmamos que no es lo mismo un dirigente político-partidario que se pronuncia en favor de la UNASUR, MERCOSUR y la CELAC; que un dirigente político-partidario que reclama volver a las “relaciones carnales” con Estados Unidos, al TISA (la nueva versión del ALCA)  y a la dominación neocolonial. No podemos entregar las esperanzas y oportunidades de las generaciones futuras a un puñado de “buitres” que siempre están “fondeados” por recursos provenientes un entramado inter-agencial imperial complejo, a veces difícil de percibir. 

Pérez Esquivel destaca que en un mundo sin alma, el dios dinero aparece sobrevalorado y los pueblos desvalorizados: no se habla de personas, sino de consumidores; no existen las ciudades, sino las aglomeraciones, redimensionando, en definitiva, la gran perversión y “pecado” del sistema capitalista en su fase actual. El neoliberalismo puro, ante esta disyuntiva, es más un riesgo que una opción.

Otro aporte que realiza en esa carta el presidente honorario del Servicio Paz y Justicia consiste en mencionar ciertas ausencias en el debate electoral: ¿cuál será el papel de las empresas trasnacionales del agronegocio? ¿Se priorizará la sojización del país o la soberanía alimentaria? ¿Qué acciones tomará el Estado respecto de la megaminería, los desastres provocados como el derrame de Veladero para vivir en equilibro con la Madre Tierra y preservar la soberanía ecológica? ¿Cómo se llevará más salud y educación a los barrios “privados”: privados de agua potable y de otras necesidades básicas? ¿Cómo se saldará la deuda interna con los más necesitados? 

Cabe aclarar que el señalamiento de dichos interrogantes se realiza desde un umbral de humildad, a sabiendas que acceder y redistribuir recursos y bienes en un mundo cada vez más inestable y cambiante conlleva para cualquier gobernante afrontar contradicciones, enfrentar múltiples intereses corporativos enquistados dentro y fuera de áreas estatales, desbaratar trampas y operaciones montadas por agencias imperiales, potenciar elementos y obras para mejorar la estructura socioeconómica y la competitividad de la producción local y sumarle valor agregado, defender a rajatabla la fuentes de trabajo, una labor nada fácil y que precisamente para llevarse a cabo con eficacia tiene que inscribirse en un proceso histórico donde el pueblo consciente y movilizado apuntale y acompañe, actuando como motor de la transformación radical y como protagonista de su propia historia.


Acordamos que toda democracia -e incluso toda circunstancia electoral- es perfectible cuando se pone en acción la lucha colectiva para defender derechos y conquistar transformaciones con un sentido de progresividad, potenciando la energía, la lucidez, el amor y la creatividad. Esa labor también deviene en oportunidad para encontrarnos.





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